Desde los famosos y recordados años 80 en los que Madrid vivió una explosión cultural recogiendo el testigo tras 40 largos años de la Segunda República no ha vuelto a haber una vanguardia. Madrid se subió al carro del consumo y a correr al rebufo de una Europa asentada en el bienestar, olvidándose de su propia condición y, como siempre, acomplejada de su decadencia hispana, que es justo lo que hace esta villa especial y atractiva a los ojos del mundo. Por eso ContraClub es un lugar abierto y dispuesto a juntar funk con flamenco, cabaret con música electrónica y velocidad con tocino, mientras que la velocidad no sea inhumana y el tocino sea entreverado de bellota.